Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

miércoles, 4 de abril de 2018

Los Beatles con Trovuntivitis (parte 3)

Los Beatles no pueden faltar entre mis amores, iba rumiando rumbo al agromercado de Ali Babá (así le dicen en el barrio, al de 19 y B) lo cual no requiere demasiada literatura de referente para entender por qué. Ya tenía armados unos diez relatos y sus canciones entorno a los más entrañables vigías: Martí, Sindo, Violeta, Roque, Corona, Silvio, Gerardo, Santiaguito, Chaplin, Wichy, y muchos otros que espesan ese poético ajiaco con los que habito los días.  Claro que faltarían tantos como los que están, como Gardel por ejemplo, o Chico, o Serrat, por mentar algunos puntos cardinales (aunque el Nano ya tuvo su relato en un libro anterior “Confesiones” que debió salir con el disco “La voz del Diablo Ilustrado” en el que la trovadora Yamira Díaz puso la vida en su voz para re-crear la canción “Tras el telón de los 90”:

Enamorada voz pariendo el alma
paseaste a mi niñez por dos Españas
descamisado y fiel bajaste a Cristo
de la cruz a la piel de una muchacha.

Hice apuntes del olmo que no he visto
verso a verso me echabas a la suerte
de Machado, Miguel y una guitarra.

Fuiste un salmo de mar contra mi muerte
-ensangrentada voz pariendo el alma.
Fuiste un salmo de mar contra mi muerte
paseando a mi niñez por toda España.
Rumbo a la cueva-agromercado repasaba el potaje (no el de las judías que llevaba como objetivo del trayecto), si no el de amores que me habían traído hasta estos días, y faltaba mi vena roquera -lo cual era como mutilarme un importante tramo del trayecto, el de hippie viboreño, que, como el camino de Santiago (Feliú) entrelaza a la trova con el rock and roll trova; algo muy natural que no pocos descubren con asombro: ¿pero también te gusta el rock?
Hay un encasillamiento atmosférico con la trova, una especie de leyenda   negra (o blanca –Pienso: ¡Qué raro que al tiro al blanco no le hayan puesto tiro al negro  –escribió Gillén) que ha moldeado una imagen: Trovador- ente muy serio-susurrante-inamovible, con una o dos personas escuchándolo; abstraídos, ceños fruncidos, mirando a las nubes, etéreo, enajenado, ensimismado, exclusivista, o hasta el colmo de blasfemias: “elitista”.
Serrat, Pablo, Aute, Tedy y Silvio
Pasa con mucha frecuencia que… -digamos en una fiesta- arranca el tren de los Van Van, el trovador saca a bailar a una muchacha y ella, con ojos desorbitados, como si estuviera ante el muerto de la tumba que se levanta, exclama: ¡¿pero tú bailas?!  Y qué decir de la teoría de que la trova no es para multitudes, que es para espacios íntimos, para meditar, (incluso uno de los slogans que le han puesto es “canción pensante”)… y que es consecuencia de ese entretejido crítico que han impuesto como sustento teórico, desde los circuitos comerciales, para arrinconar y tratar de extinguir las culturas populares de los pueblos. Tan expandido está el reduccionismo teórico que hasta muchos de los propios trovadores se lo creen.   
En realidad es la ideología de la oligarquía global, que ha expendido ese discurso mediático para imponer su producto global seudoculturizado, desmovilizador, despoetizante, acuñado como mass culture, cultura de masas; que en realidad es “cultura” PARA DOMESTICAR a las masas.
La trova es cultura popular, y se alimenta de todas nuestras músicas, porque no es un género, trovar es una actitud ante la canción, una manera de hacerla interactuando con su tiempo, como voz poética de su pueblo. Desde su raíz el son es un suceso trovadoresco, pensemos en el trío Matamoros, en Ignacio Piñeiro y su Septeto Nacional, o incluso en un Benny Moré ¿quién era? Un trovador que pasaba el cepillo en las calles, bares y tranvías, para ganarse la vida. Fue un trovador, el propio Miguel, quien lo encaminó al llevarlo a México con su conjunto Matamoros, -en el que por cierto, Compay Segundo figuraba también. Juan Formell siempre insistió en que él era un trovador con banda. Pongo estos ejemplos que han estado entre los músicos más populares de Cuba. 
Tras el slogan “la trova no es para llenar estadios” forzosamente se suele hacer la salvedad de Silvio y Pablo, como esos genios que lograron lo imposible, lo cual por una parte es cierto, rompieron esa barrera de los circuitos globales a base de su genio y de circunstancias socio históricas que propiciaron que el empuje de sus canciones obligara a filtrarlos en los monopolios mediáticos (o en sus bordes). Suceso relacionado también con las luchas contra las dictaduras militares en España y Latinoamérica, que asumieron a nuestros trovadores como la voz de la Isla de la Libertad, y que luego trajo la explosión mediática con el empuje de los pueblos. Cuando fueron cayendo (o replanteándose) esas dictaduras hacia democracias (el mismo perro con diferente collar), las aguas fueron retornando a su camino, y aquellos 80 en que Serrat, Ana Belén, Chico Buarque, Charly García, León Gieco, Ana Belén y Víctor Manuel, Aute, Caetano, estuvieron en la cresta de la ola mediática, se fueron a bolina. Aquel boom de la canción de autor fue como una transición, para reforzar ese halo de cambio, de libertad… hasta que, pasada la euforia, volvió la calma, los poderosos recobraron nuevamente el campo cedido y las culturas auténticas retornaron a su rincón de alternativas invisibles para ese complejo de medios masivos. Quedaron acaso esos grandes íconos, algunos de los cuales fueron moldeándose, adaptándose al sistema de estrellas que despoja las poéticas de todo sentido de voz auténticamente popular. 
Sube un profesional al escenario,
arranca una ovación premeditada,
se disfrazan de moda los 60
y aplaudo como aplaude un millonario
que extiende unas monedas a un suicida
-unas tristes monedas a un suicida-
¿será el duelo feroz de los 90
o acaso una ilusión prostituida?

La trova, como arte, es… no únicamente para multitudes, sino para todos.  No circula en los “mercados grandes de la palabra” por un problema elemental de clases sociales. La seudocultura es un arma de la burguesía, -que es la dueña de los medios-; nos la imponen para amaestrarnos, destierran con ella a las culturas populares enemigas de la férrea ideología –aparentemente desideologizada- del mercado de consumo.
La trova cubana tiene incontables poéticas y con proyecciones que pueden ir desde un trovador bien intimista, con su guitarra, a trovadas en bandas de rock, piquetes de jazz, agrupaciones de son, o hasta grupos vocales y de cámara.   
Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC
Sobran ejemplos, el más emblemático, porque abarcó todo esto, revolucionando la música cubana, es el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC.
No solo Silvio y Pablo convocan multitudes, Pedro Luis Ferrer, Carlos Varela, Santiago Feliú, Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Kelvis Ochoa (Habana Abierta), William Vivanco, Polito Ibáñez, Buena Fe, David Torrens… con propuestas de arte trovadoresco diferentes todas; estas que menciono han logrado gran reconocimiento popular, a pesar de no contar en muchos de los casos con apoyo de los medios masivos, o incluso en contra (incluyendo los nuestros).  Si la cultura autentica fuera el hábitat nuestro, cualquier acto poético sería masivo, porque el espíritu generalizado del receptor sería creativo, y la disposición al hallazgo, a ser parte indagadora y dialógica con la obra de arte, pediría, exigiría un grado de poética en lo que recibe de los medios. De manera que el hábitat es un sistema opresor, creador de hábitos simplificadores, de fórmulas para decodificar en grado primario, de sensaciones epidérmicas… digamos estilo Pávlov, somos ni más ni menos que los perritos que responden a las campanitas de los mass medias, solo actuamos por los reflejos condicionados que durante ya todo un siglo nos han inculcado.  
La trova, no puede ser de multitudes, porque es expresión de las multitudes y los pueblos no tienen los medios masivos, no tienen voz. Los monopolios mediáticos son de las minorías, para las cuales la cultura popular es enemiga de clase. De ahí que la suplanten con su mass culture, cultura de (para dominar a las) masas.  
Imponen, con su desmesurado sistema de medios, la cultura de la incultura, que conlleva un modo de vida ensimismado, desmovilizado del mundo real, en el que solo se vive para TENER, comprar, no para SER.  Nos encierran la existencia en una feria de ilusiones, nos implantan una alegría insustancial, que enmohece, despoetiza, que poda al ser humano de su capacidad creativa, de analizar -o ver siquiera- lo que acontece en el mundo real.         
¡Qué barbaridad! no acabo de llegar al agro, y no podré por tanto hacer hoy las judías, colgaré otro cartel de (Continuará), porque en este asalto de ideas herejes, rememorando aquel boom de la llamada Nueva Canción de los 80, me llueve un texto de un importante cantautor de aquellos en España, Luis Pastor; y que ilustra esos años 80 en que el empuje del gran movimiento de cantautores que irrumpe a mediados de los 60 llega a rozar los grandes medios.
Si hacemos un breve listado de los creadores musicales que entre 1963 y… digamos 1975, (o sea, de los Beatles al primer disco de Silvio) emergieron y empezaron a espesar su obra, es realmente descomunal lo que estaba ocurriendo en términos culturales:
Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Bob Dylan y Joan Baez, Chico Buarque, Pablo Milanés, Mercedes Sosa, Luis Eduardo Aute, Caetano Veloso, Paco Ibañez, Daniel Viglietti, Charly García, Víctor Jara, Gilberto Gil, Luis Llach, Elis Regina, León Gieco, Quilapayún, Víctor Heredia, Oscar Chavez, Pi de la Serra… y en esplendor, que venían desde antes Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, Pete Seeguer,  Barbara Dane… esto es por arribita, podríamos acuñarla la “década prodigiosa”, pero…     ¿curiosamente? ya está acuñada, para subrayar, en ese mismo tiempo, una canción pop rosa, inocua, infantilona, que fungió como una especie de caricatura bitleriana que los medios en la España (de la dictadura de Franco) causó furor, expandiéndose por buena parte de América.  ¿Qué casualidad –mal pensado que soy- que cuando se menciona la década prodigiosa, no se está aludiendo a la música que realmente fue prodigiosa?

¿Qué fue de los cantautores?

Autor Luis Pastor  
https://www.youtube.com/watch?v=OcgPceSrQIE

Éramos tan libertarios,
casi revolucionarios,
ingenuos como valientes,
barbilampiños sonrientes
—lo mejor de cada casa—
oveja negra que pasa
de seguir la tradición
balando a contracorriente
de la isla al continente
de la nueva canción.
Éramos buena gente,
paletos e inteligentes,
barbudos estrafalarios,
obreros, chicos de barrio,
vanguardia del proletario,
progres universitarios,
soñando en una canción
y viviendo la utopía
convencidos de que un día
vendría la Revolución.
Aprendiendo a compartir
la vida en una sonrisa,
el cielo en una caricia,
el beso en un calentón.
Abriendo la noche de día
fuimos sembrando canciones
y en esta tierra baldía
floreció la poesía
y llenamos los estadios
y en muchas fiestas de barrio
sonó nuestra melodía.
Tardes y noches de gloria
que cambiaron nuestra historia.
Y este país de catetos,
fascistas de pelo en pecho,
curas y monjas serviles,
grises y guardias civiles,
funcionarios con bigote
y chusqueros con galón,
al servicio de una casta
que controlaban tu pasta
tu mente y tu corazón.
Patriotas de bandera,
españoles de primera,
de la España verdadera

aquella tan noble y fiera
que a otra media asesinó
brazo en alto y cara al sol
leales al Movimiento
a la altura y al talento
del pequeño dictador
que fue Caudillo de España
por obra y gracia de Dios.
Toreando en plaza ajena
todo cambió de repente
los políticos al frente
de comparsa y trovador.
Se cambiaron las verdades:
"tanto vendes tanto vales".
Y llegó la transición:
la democracia es la pera.
Cantautor a tus trincheras
con coronas de laureles
y distintivos de amor
pero no des más la lata
que tu verso no arrebata
y tu tiempo ya pasó.
¿Qué fue de los cantautores?
preguntan con aire extraño
cada cuatro o cinco años
despistados periodistas
que nos perdieron la pista
y enterraron nuestra voz.
Y así vamos para treinta
con la pregunta de marras
tocándonos los cojones.
Me tomen nota señores
que no lo repito más:
algunos son directores,
diputados, presidentes,
concejales, profesores,
mánagers y productores
o ejerciendo asesoría
en la Sociedad de Autores.
Otros están y no cantan,
otros cantan y no están.
Los hay que se retiraron,
algunos que ya murieron
y otros que están por nacer.
Jóvenes que son ahora
también universitarios,
obreros, chicos de barrio
que recorren la ciudad.
Un CD debajo el brazo,
la guitarra en bandolera,
diez euros en la cartera,
cantando de bar en bar.
O esos raperos poetas
que es su panfletos denuncian
otra realidad social.
¿Y mujeres? ni se sabe.
Y sobre todo si hablamos

de las primeras gloriosas
que tuvieron los ovarios
y el coraje necesarios
de subirse a un escenario
de aquella España casposa.
¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
como en mis tiempos mejores
dando al cante que es lo mío.
Y aunque en invierno haga frío
me queda la primavera,
un abril para la espera
y un grandola en el corazón.
¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
aún vivito y coleando
y en estos versos cantando
nuestras verdades de ayer
que salpican el presente
y la mierda pestilente
que trepa por nuestros pies.
¿Qué fue de los cantautores?
De los muchos que empezamos,
de los pocos que quedamos,
de los que no se vendieron,
de los que no claudicaron,
de los que aún resistimos:
aquí estamos.
Cada uno en sus trincheras
haciendo de la poesía
nuestro pan de cada día.
Siete vidas tiene el gato
aunque no cace ratones.
Hay cantautor para rato.
Cantautor a tus canciones.
Zapatero a tus zapatos.

(CONTINUARÁ…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario