Fidel es un país

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____________Juan Gelman

martes, 13 de septiembre de 2016

La pupila asombrada por Cubavisión

Por Juan Antonio García Borrero

tomado de su blog: https://cinecubanolapupilainsomne.wordpress.com/

Una de las buenas noticias que nos trae la televisión cubana para septiembre, es que a partir del 15 de este mes comienza a transmitirse por el canal Cubavisión (jueves, 10.00 pm), el programa “La pupila asombrada”. Se trata de algo importante, toda vez que con ello adquiere mayor visibilidad una de las pocas producciones televisivas que tenemos en Cuba (si no la única), dedicada a pensar críticamente y de modo sistemático el fenómeno de las nuevas tecnologías.

Debemos aplaudir cualquier gesto que en este país nos invite a acompañar de un modo crítico la necesaria informatización de la sociedad, con todo lo que ello implica para una comunidad que aún está lejos de conectarse como quisiéramos a Internet, pero que se las arregla para hacer del consumo cultural informal la principal práctica del momento.
Pese a la indiscutible voluntad de las principales autoridades del país, dirigida a garantizar el desarrollo tecnológico, todavía no existe dentro de nuestro sistema de instituciones una conciencia real de lo ineludible que resulta construir una política pública que estimule el uso creativo de las nuevas tecnologías.
Si esa política pública no se construyera, por fin, con el aporte mancomunado de áreas como Cultura, Educación y Nuevas Tecnologías, corremos el riesgo de que como país lleguemos a ponernos al día en lo que a consumo activo de las tecnologías se refiere, pero quedemos relegados al papel de simple consumidores de mensajes elaborados por los que tienen el dinero para imponer su hegemonía. Porque es preciso recalcarlo: una cosa es el consumo activo (pero estéril); y otra el consumo creativo o fecundo. Con este último garantizaríamos las oportunidades para que los individuos usen la tecnología, en vez de ser usados por ellas, que es lo que comúnmente sucede.
Sin embargo, no basta la buena voluntad política para garantizar que dentro de la sociedad se conforme un espíritu crítico y creativo. En la teoría de la difusión de las innovaciones tecnológicas, ya Everett M. Rogers nos describía la existencia de un campo complejo y dinámico, donde la recepción de las tecnologías va desde la aceptación y exaltación entusiasta hasta la satanización, incluyendo esos momentos en que la gente se muestra escéptica o simplemente atina a utilizar los nuevos dispositivos de acuerdo a las referencias que les brinda el pasado.
Por eso, entre nosotros, todavía para muchos un ordenador no es otra cosa que una versión un poco más sofisticada que una máquina de escribir, o el celular la mejora del teléfono fijo. En ambos casos, no hay una verdadera compresión de lo que significa aquí el concepto nuevo, y mucho menos hay un uso creativo de los dispositivos, sino apenas el empleo rutinario de esas herramientas en función de parámetros dictados desde una época que ya no existe ni volverá a existir.  
Creo que programas televisivos como La pupila asombrada nos pueden ayudar a poner el problema tecnológico en la mesa de los debates que necesitamos como nación. Informatizar la sociedad está bien; impulsar una informatización que ayude a los individuos a ser más creativos (o lo que es lo mismo: más emancipados), será todavía mejor.
Para lograr esto último necesitamos elaborar programas públicos que orienten al conjunto de instituciones que conforman la sociedad hacia esa meta única. No basta con tener en nuestras manos las tecnologías de última hora si paralelo a ello no fomentamos espacios de debate y agendas prácticas donde crezca el pensamiento innovador, y la tecnología adquiera un sentido humanista. Bienvenido sea entonces el inveterado asombro de las pupilas críticas.    

Juan Antonio García Borrero

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